
La obra de Seleka se despliega como un acto de celebración. Buenaventura, título de esta muestra individual, es también una declaración de intenciones: la fortuna como actitud vital, el gozo como forma de estar en el mundo. Tras un mes de residencia en Lima, el artista sevillano nos ofrece un conjunto de lienzos gestados desde la inmersión, la contemplación y el juego, en los que su lenguaje visual se expande sin contención. En su pintura, cada gesto de color parece guiado por un ánimo afortunado, por una gratitud palpable que no elude la complejidad del entorno, pero que decide, aún así, celebrar la posibilidad de la belleza. Hay un optimismo que no se traduce en ingenuidad, sino en decisión: una elección vital frente a la dureza del contexto. La suya es una estética generosa, exuberante, pero no complaciente. Las obras reunidas en Buenaventura condensan una experiencia vital: formas que se agrupan y dispersan, capas que se superponen como en un palimpsesto urbano, texturas que evocan muros intervenidos, pintas borradas, huellas que se pisan entre sí sin anularse. La superficie se vuelve un terreno en construcción constante, un espacio donde lo que aparece convive con lo que fue, y donde el tiempo se manifiesta en estratos de color. En este proceso, la pintura de Seleka no es jamás estática. Es una pintura del presente, del gesto inmediato, de la energía canalizada. Sus composiciones no son imágenes cerradas ni racionalizadas: son intuiciones visuales, impulsos que revelan una manera de mirar el mundo con apertura y curiosidad. Hay en su práctica una confianza profunda en el hacer —una confianza casi infantil, en el mejor sentido del término—: como quien juega sin miedo a equivocarse, entregado por completo a la experiencia.
Como artista autodidacta, me considero excepcionalmente curioso, siempre explorando nuevas avenidas creativas con materiales y técnicas de hace un siglo. Mi objetivo es dar nueva vida a estas tradiciones artísticas, infundiéndolas con una perspectiva fresca dentro del ámbito de la pintura abstracta. Cada visita a mi estudio es una oportunidad, una historia contada a través de un lenguaje sin palabras. Cada historia tiene posibilidades infinitas, y mi tarea es elegir una. Algunos pueden ver una falta de coherencia en las diferentes series de pinturas que desarrollo simultáneamente, pero para mí, la esencia radica en la libertad de no estar limitado por un solo enfoque. Esta búsqueda constante me permite descubrir tesoros que moldean mi visión del mundo y mi práctica artística. Veo mi tiempo en el estudio como una investigación interminable, un viaje en evolución. Cada pincelada, experimento y nueva perspectiva me lleva más allá de mi propio conocimiento, enriqueciendo mi comprensión de la pintura y de mí mismo como artista. Esta práctica imparable me motiva a explorar, innovar y desentrañar los misterios en la intersección de la tradición y el arte contemporáneo. En última instancia, mi arte es mi voz silenciosa, un medio para comunicar emociones, conceptos y visiones más allá del alcance de la comprensión racional.